Cambios disruptivos en entornos industriales tradicionales

Existe un amplio consenso sobre la importancia e implicaciones de la innovación para las empresas. En general, la innovación, como mecanismo de mejora de la productividad, la creación de valor y otros factores, parece ser un indicador clave y objetivo inexcusable de cualquier economía.

Además, la innovación está en la base de la regeneración de los ciclos de vida y en la diferenciación de los productos y de las actividades productivas y, por lo tanto, se vincula, particularmente, con cambios del modelo productivo.

Innovaciones radicales
En las últimas décadas, la investigación sobre la innovación ha abordado cuestiones críticas como: ¿cuáles son los actores relevantes del proceso innovador?, ¿cómo se pueden generar nuevas ideas? o ¿cómo se puede trasformar la creatividad en nuevos productos y servicios en los mercados?

Sin embargo, y a pesar de una aparente unanimidad, el proceso innovador ha sido visto y analizado desde diversas y, en ocasiones, contradictorias  perspectivas.

En este artículo y con el fin de delimitar estas reflexiones, nos centraremos en las denominadas innovaciones radicales o disruptivas en un entorno concreto, como es el que definen las aglomeraciones territoriales de empresas y que han sido conceptualizadas como clústeres (distritos) industriales.

Clústeres e innovación
La investigación existente sobre los clústeres ha proporcionado pruebas convincentes de la existencia de estas concentraciones en una amplia variedad de industrias y ha confirmado que son claves para comprender los patrones de éxito competitivo de las empresas.

Respecto a la innovación en los clústeres, en la literatura académica ha surgido la noción de conocimiento contextual para describir las bases del proceso de aprendizaje.

Este conocimiento aumenta con la actividad donde se genera y su contexto temporal, social y espacial. Es, en su mayoría, de carácter tácito y se basa en la experiencia y, por consiguiente, es difícil de describir incluso para los mismos agentes implicados. Por ello, es difícil de reproducir a distancia, fuera del contexto original.

Estas características locales de relaciones intensas, confianza y otros elementos relacionales, hacen de los clústeres un espacio particularmente apropiado para la mejora y explotación de los productos y tecnologías previamente existentes.

Acceso a conocimiento externo
Siguiendo la misma lógica, las empresas localizadas pueden tener problemas para acceder a información y conocimiento externo, nuevo y único. Es decir, para captar ideas y tecnologías que supongan cambios profundos, más allá de las mejoras, paso a paso o incrementales. De hecho, algunos casos clásicos vienen a evidenciar esta afirmación.

Por ejemplo, algunos investigadores han descrito cómo las empresas relojeras suizas resultaron ser vulnerables a los cambios tecnológicos radicales externos, que suponía la tecnología digital.

En el mismo sentido, otros ejemplos describieron algunos casos en las regiones del sur de Italia donde la homogeneidad cultural generaba desventajas para las empresas.

Recientemente, los expertos han argumentado que el declive del denominado distrito de la silla (distretto della sedia) en la zona de Udine en el norte de Italia se puede explicar por una cierta miopía al no detectar a tiempo nuevas tecnologías y tendencias como la aplicación del concepto de ergonomía en el sector del mueble.

Sin embargo, se debe reconocer que la argumentación negativa anterior ha sido refutada por algunos contraejemplos que describen casos de éxito de clústeres industriales que acceden a nuevas oportunidades.

Quizás en el más popular de los casos, las investigaciones existentes evidencian que entornos altamente cambiantes, como Silicon Valley, benefician a sus empresas y las dotan tanto de ventajas de exploración (búsqueda de nuevas oportunidades) como de explotación (ser más eficiente en las actividades
existentes).

Por lo tanto, la cuestión y el reto es saber si, o en todo caso cómo, los actuales clústeres son capaces de introducir y explotar innovaciones que vayan más allá de las mejoras incrementales y que permitan rupturas con tecnologías anteriores.

Para contestar al reto de cómo los clústeres son capaces de desarrollar innovaciones radicales, pueden ser de ayuda las lecciones que podemos extraer de dos casos de éxito y de los cuales hay una cierta documentación. Nos referimos al caso de la bota de inyección de plástico de esquí (skiboot) en el clúster de Montebelluna, en Italia, y al caso de la impresión digital (inkjet), en Castelló.

Patrones de innovación
El clúster italiano fue capaz de introducir la tecnología de inyección de plástico en la fabricación de las botas de esquí. Por otro lado, de forma similar la impresión digital desarrollada en otros sectores fue introducida en el clúster cerámico, para la decoración de las piezas. De la comparación de los dos casos,
se observan algunas coincidencias que nos permiten sugerir un patrón común.

• La introducción de estas tecnologías ha supuesto cambios diversos tanto para las empresas que adoptaron las tecnologías, como para el clúster en su
conjunto.
• A nivel de empresa individual, la innovación supuso una reducción
de costes, mayor flexibilidad y, sobre todo, una mayor diferenciación.
• Respecto al clúster en su conjunto, ha permitido su reestructuración, cambiando el peso relativo de las diversas actividades internas, ha generado nuevas actividades y ha permitido una diversificación de las mismas, incluso hacía otros mercados externos.

Resilencia de los territorios
Como conclusión podemos decir que es posible la introducción de tecnologías disruptivas en los entornos de clústeres, y más aún, podemos considerar este fenómeno como un factor importante de resiliencia de los territorios.

Del conocimiento extraído de las experiencias existentes podemos convenir que los clústeres muestran una gran eficiencia en las fases de explotación de las tecnologías una vez introducidas.

Por el contrario, será necesario revisar y, en todo caso, reforzar los mecanismos de detección, acceso e introducción de las nuevas tecnologías. En este punto, las políticas regionales de promoción de la innovación tienen reservado un papel determinante.

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