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El plástico y el control de las emisiones contaminantes: un valor seguro

La descarbonización es uno de los objetivos clave y motivo de preocupación para las principales economías y sociedades occidentales. No solo están los archiconocidos acuerdos de Kyoto, o París en 2015, sino que, además, una nueva vuelta de tuerca tendrá lugar, seguramente, en esta cumbre Madrid 2019.

El centro del problema es realmente un desequilibrio en la distribución del carbón en la atmósfera, con consecuencias futuras todavía por descubrir. En toda esta compleja situación, el control sobre las excesivas emisiones de CO2 a la atmósfera, ya sea procedente de fuentes industriales, urbanas o domésticas, es todo un reto que hay que abordar de manera urgente. Sobre todo, teniendo en cuenta que la divergencia entre las asignaciones gubernamentales y las emisiones de CO2 reales de la industria son cada vez mayores. Y esto está generando una especulación con los derechos y precios de emisiones cada vez más brutal, rayando la amoralidad, y provocando la asfixia a la industria, así como efectos colaterales como el aumento del recibo de la luz, el precio de las materias primas y, por ende, la competitividad de las empresas. Para muestra un botón: el precio de los derechos europeos de CO2 se ha disparado desde los poco más de 5€ en 2017 hasta los casi 27€ en agosto de 2019. Y no somos capaces de predecir ninguna futura tendencia.

Desde AIMPLAS, y desde la industria de los plásticos, cualquier iniciativa es bienvenida en este objetivo ineludible de descarbonizar y regular el flujo de CO2. En los últimos años, desde el Instituto, estamos haciendo un gran esfuerzo por avanzar en el desarrollo de sistemas de captura de CO2 cada vez más eficaces y baratos, poniendo a disposición de la problemática toda la experiencia acumulada en nanotecnología y procesos de transformación de plásticos.

Estamos trabajando en el desarrollo de nuevos adsorbentes basados en nanomateriales como grafeno y MOFs (“Metal Organic Frameworks”). Estas soluciones, combinadas con sistemas basados en membranas, permite desarrollar procesos de captura de CO2 tremendamente eficaces. En este sentido, uno de los indicadores más importantes que marcan la eficacia de los procesos de captura es el precio o coste de la tonelada de CO2. Actualmente, los procesos de captura en fase industrial o de planta piloto apenas bajan de los 100€/ton, mientras que con la implantación de estos sistemas innovadores la horquilla de precios se movería en torno a los 30-50€/ton.

Sin embargo, no hay que perder de vista que el gran reto de futuro: el paso adelante, no es solo capturar ese CO2, sino darle un uso real, convertirlo en “otra cosa” para reestablecer el equilibrio perdido. Darle una utilidad. “Romper” esa molécula de CO2 para convertirlo en otro producto no es fácil, requiere energía y recursos, y ahí se encuentra gran parte de la investigación actual. Una de las líneas más avanzadas es la obtención de energía, es decir, la conversión del CO2 en biofueles tipo etanol, metanol y otros. Si nos fijamos detenidamente, dicho proceso es exactamente lo que conocemos más familiarmente por fotosíntesis vegetal: obtener energía del sol y del CO2 -en este caso para el crecimiento vegetativo de la propia planta-. Es lo que llaman, en el argot tecnológico, hoja artificial.

Más allá, AIMPLAS está planteando innovadoras soluciones para transformar el CO2 en productos de gran valor añadido que, en nuestra casa, conocemos muy bien: plásticos, y en concreto, policarbonatos, poliuretanos (espumas, adhesivos, pinturas), e incluso poliolefinas. Para ello, tenemos en cartera toda una serie de tecnologías que pretenden hacer este proceso de conversión lo más eficaz posible, ya sea mediante sistemas de microondas, membranas, sistemas fotoelectroquímicos, catálisis heterogénea, etc. No hay que olvidar que también es una herramienta en pos de uno de nuestros grandes objetivos, anhelados como instituto tecnológico del plástico que somos, la diversificación: encontrar fuentes alternativas al petróleo para la producción de plásticos. Matamos dos pájaros de un tiro, ya que reducimos las emisiones al capturar y aprovechar el CO2 emitido, y nos olvidamos de procesos de producción de plásticos altamente contaminantes.

Desde luego todo esto no va a desembocar en una reducción masiva de las emisiones de la noche a la mañana. Siempre la propia concienciación, la reducción de las emisiones a consecuencia de una optimización de los procesos productivos actuales, van a ser las principales herramientas que vamos a tener a nuestra disposición. Sin embargo, los sistemas de captura y utilización de las emisiones, como los aquí descritos, van a cumplir un papel cada vez más crítico para la sociedad y el tejido industrial. Y AIMPLAS pondrá su granito de arena, que espera que sea enorme, como una roca.

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