Tendencias de la alimentación del futuro

La industria agroalimentaria se enfrenta a grandes retos en los próximos años. Las consecuencias del cambio climático están provocando un cambio en la producción que tenga en cuenta las 3 Rs (reducir, reciclar y reutilizar), a la vez que se buscan alimentos más saludables y sostenibles. Y para ello hace falta mucha innovación, tal y como se puso de manifiesto en la última edición del foro ftalks, organizado por KM Zero en València. Una innovación dirigida a la digitalización del sector primario, para tener más alimentos y de más calidad; al aumento del aporte de los alimentos en el ámbito nutricional; a dar respuesta a las necesidades y gustos del consumidor, y a mejorar la sostenibilidad de la cadena.

En este sentido, la industria agroalimentaria de la Comunitat Valenciana, que representa el 9,6 % del VAB agroalimentario de la región y genera el 12,2 % del total del empleo de la economía regional, según un informe del Ivie, debe incrementar su apuesta por la innovación como vía para transformarse y adecuarse a las demandas de los consumidores.

Para ello, tienen un socio tecnológico referente: el centro tecnológico AINIA. Además, muchos de los institutos que conforman la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (REDIT) también han desarrollados diversos proyectos vinculados al sector agroalimentario. A ellos se suman las universidades, otros centros de investigación y las cerca de 420 startups del sector en España, según el informe sobre Foodtech en España de 2023, realizado por ICEX España Exportación e Inversiones.

Y, ¿cuáles son las tendencias de la alimentación del futuro y del sector agroalimentario? A continuación enumeramos las ocho con más potencial en la actualidad:

1.-  Aumento de la proteína con base vegetal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de proteína con base vegetal sea de un 75%, mientras que las de animales sean de solo un 25%. Siguiendo esta tendencia, AINIA ha desarrollado diversos proyectos basados en cultivo de biomasas como la lenteja de agua y las microalgas, que destacan por su alto contenido proteico y su potencial para ser producidas de manera más sostenible, alineándose con las demandas de un mercado global que apuesta por dietas saludables y respetuosas con el medio ambiente. Como SUPRALEM, donde a través de tecnologías avanzadas se ha conseguido enriquecer las biomasas de lenteja de agua y las microalgas en minerales como magnesio y hierro, hasta 10 veces más que en los cultivos control. Además, se ha potenciado la generación de compuestos bioactivos como antioxidantes, fitoesteroles y ácidos grasos omega-3 y omega-6.

2.- Carne cultivada in vitro. Supone una alternativa sostenible, que podría contribuir a solventar la demanda creciente de proteínas a nivel mundial. Según el Instituto Good Food, podría reducir las emisiones climáticas hasta en un 92%, disminuir la contaminación del aire hasta en un 94% y utilizar hasta un 90% menos de tierra, en comparación con los requerimientos de la carne convencional. Asimismo, se lograría un mayor bienestar animal y, al producirse en ambientes controlados y sanitarios, se reduce el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos, garantizando así una alimentación más segura y saludable. Así, en el marco del proyecto SMARTFARM, un equipo multidisciplinar de AINIA ha logrado cultivar células musculares y grasas de bovinos extraídas mediante una biopsia. Posteriormente, estas células se cultivan en el ambiente controlado de un biorreactor, produciendo así carne cultivada. Un paso crucial para su producción a gran escala.

3.- Nutrición personalizada o de precisión. La nutrición personalizada considera las características multidimensionales del individuo o de un colectivo, tales como el estilo de vida, la genética, el microbioma o la respuesta metabólica de una persona a alimentos o patrones dietéticos específicos, para determinar las recomendaciones dietéticas más adecuadas que promocionen la salud. Para ello se apoyan en tecnologías de diagnóstico (secuenciación de ADN, análisis de microbioma y análisis de biomarcadores en sangre, saliva y orina), y en herramientas de seguimiento y formación de hábitos (pulseras inteligentes, relojes, parches portátiles, etc.). Así, por ejemplo, el proyecto FOOD4ONE II, de AINIA e ITI, ha desarrollado una plataforma de servicios digitales avanzados que permite ofrecer recomendaciones nutricionales ajustadas a cada persona, tomando en cuenta factores como perfiles genéticos, hábitos alimenticios y análisis del microbioma.

4.- Alimentos que ayudan a mejorar la salud y el bienestar. La industria de ingredientes, alimentos y nutracéuticos necesita productos eficaces e innovadores para responder a las continuas demandas de los consumidores cada vez más conscientes de la relación dieta y salud, y la necesidad de productos de alimentación que se adecuen a sus requerimientos nutricionales. Para dar respuesta a esta demanda, se necesitan evidencias científicas que avalen los beneficios saludables de los productos innovadores que lanzan al mercado. En este sentido, Ainia está trabajando en diversos proyectos como MINIGUT, donde se ha profundizado en la interacción del alimento con la microbiota intestinal, para poder desarrollar productos alimentarios innovadores, saludables y de valor añadido.

5.- Seguridad alimentaria. Garantizar que los alimentos que llegan a los consumidores sean seguros y de alta calidad requiere de un enfoque integral y tecnologías avanzadas capaces de monitorear y mitigar riesgos en tiempo real. Contar con herramientas tecnológicas innovadoras es crucial para detectar y prever riesgos de manera eficiente, permitiendo una gestión proactiva y mejorando la calidad y seguridad en toda la cadena de suministro. Con el proyecto GlobalSafeFood II, AINIA ha implementado nuevos algoritmos avanzados para la fusión, descubrimiento, clasificación y predicción de datos relacionados con la seguridad alimentaria. Otro ejemplo es SEALI Hub, un servicio para empresas alimentarias de AINIA, centrado en la gestión proactiva de riesgos emergentes, con el fin de garantizar la seguridad de sus productos.

6.- Reducción del desperdicio y valorización de residuos. Según la FAO, alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se desperdician. Estas pérdidas engloban tanto la masa de alimentos comestibles que se desaprovechan por parte de la cadena de suministro en sus diferentes etapas, como los desperdicios que se producen al final de la cadena alimentaria. La valorización de residuos y subproductos de frutas y hortalizas, además de fomentar la economía circular, genera nuevos productos más sostenibles e innovadores para las empresas. Así por ejemplo, AIMPLAS está trabajando en nuevas soluciones de envases barrera biodegradables a partir de residuos alimentarios, como el proyecto GUACAPACK, que desarrolla envases compostables con propiedades de barrera al oxígeno a partir de residuos de aguacate. Por su parte, ITENE está trabajando en el desarrollo de diferentes procesos biotecnológicos para obtener materias primas sostenibles para el desarrollo de formulaciones para productos cosméticos, complementos alimenticios y productos de detergencia mediante la valorización de residuos y subproductos de frutas y hortalizas. E INESCOP y el ITC, junto con la Asociación Avícola Valencianana (ASAV) y La Unió Llauradora i Ramadera, han estado trabajando en el proyecto OVOVAL, que desarrolla bioproductos a partir de la valorización de subproductos de la industria primaria productora de huevos y su aplicación en sectores estratégicos de la Comunidad Valenciana.

7.- Agricultura 4.0. La digitalización del sector agroalimentario mejora las técnicas de producción, aumentando la productividad de forma sostenible y reduciendo los costes. Así, ITI y COARVAL trabajan con tecnologías de inteligencia artificial para controlar las plagas en el sector agrario, principalmente la de la mosca blanca, en el proyecto MoTIA3. Y AINIA, a través del proyecto AGRISME, está investigando la aplicación de las tecnologías digitales en las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas, con el objetivo de facilitar a los profesionales del campo el uso de tecnologías de bajo coste, que les ayuden a mejorar la productividad y competitividad de los cultivos.

8.- Sostenibilidad. La industria agroalimentaria está llamada a ser más competitiva, más eficiente y más respetuosa con el medioambiente, con un menor impacto y una menor huella energética, de carbono e hídrica. Para ello, el proyecto Horizonte Europa AGRO4AGRI, en el que trabaja AINIA, tiene como objetivo proporcionar soluciones seguras y sostenibles por diseño para la nutrición y protección de plantas con el objetivo de reducir el uso de agroquímicos en la agricultura y minimizar sus impactos ambientales negativos.

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