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Cómo aplicar Design Thinking en un centro tecnológico

¿Sabes cuál es la metodología más utilizada por los profesionales de la innovación?

Pues según el estudio “Radiografía del Innovador 2020”, que realizamos en Innolandia, es el pensamiento de diseño o Design Thinking. Además, los datos de Google lo confirman. Una herramienta fundamental en la fase de generación de ideas en la innovación, que según Tim Brown, de IDEO: «Permite resolver problemas de gestión (aka innovar) aplicado las técnicas de los diseñadores, con un enfoque holístico».  

Nos permite explorar problemas de los usuarios y clientes, generar ideas, prototiparlas y testarlas rápidamente. Incluso en el plazo de 5 días, en el formato “sprint” que desarrollaron Jake Knapp y Braden Kowitz en Google Ventures.

Al ser una metodología centrada en el usuario, está más orientada a ideas “market pull”, cuando buscamos soluciones para problemas identificados. Por tanto, parece una metodología bastante lejana a los centros tecnológicos, orientados al desarrollo de soluciones tecnológicas. Las ideas “technology push”.

Aunque también es cierto que algunos centros que tienen más relación con el diseño (mueble, calzado, etc…) les puede sonar familiar, la verdad es que aún está lejos de que forme parte habitual de la caja de herramientas de los profesionales de los centros tecnológicos.

Sin embargo, por mi experiencia, creo que es una enorme oportunidad para dos de los principales retos de los centros:

  • La transferencia tecnológica y
  • La identificación de oportunidades servicios o asesoramiento técnico de corto tiempo.

Vamos a explorarlo.

Design Thinking para la transferencia tecnológica

Si hay un dolor de cabeza importante de los directivos de un centro tecnológico es qué hacer con los proyectos de I+D que han permitido desarrollar tecnología (europeos, CDTIs, etc.). Esos proyectos permiten “construir capacidades”. Conocimiento para prestar servicios de consultoría técnica o en el mejor de los casos, patentar los resultados para explotarlos comercialmente. Pero se puede ir más allá. Se debe ir más allá.

A partir de un proyecto en el que pude trabajar con un par de centros, junto con el profesor Xavier Ferrás desarrollamos el concepto del “Design Thinking inverso”.

Inspirados por el proceso que aplican en la universidad de Stanford para dar salida a la tecnología, planteamos un modelo en el que se parte de la tecnología (en modo prototipo) y se termina validando el interés del mercado, en 5 pasos:

  • Prototipar: Identificas todos los beneficios potenciales de la tecnología
  • Idear (divergencia): Generas una lista de sectores potenciales donde aplicar la tecnología
  • Idear (convergencia): Descompones los Jobs to be done, frustraciones y aspiraciones principales de los sectores
  • Definir: Analizas el encaje de los beneficios que aporta la tecnología con las frustraciones y aspiraciones, para quedarte con 1-2 prioritarios.
  • Empatizar: Sales a entrevistarte con personas de con los problemas identificados y validar si la solución tiene sentido para ellos.

Al igual que el Design Thinking “normal”, la clave del proceso está en la interacción con los clientes. No se trata de hacer un trabajo teórico con post-its en una pared. La clave está en involucrar a los clientes desde el punto 3. E incluso desde el 1, realizando sesiones de “entendimiento” de la tecnología. Puede ser que algún cliente avispado vea beneficios donde un tecnólogo no.

Identificación de oportunidades de servicio

Una situación que me he encontrado demasiadas veces es que las organizaciones con modelos de negocio “tech push” intentan colocar lo que saben hacer. Aunque no sea perfecto. La típica situación de “hago martillos, veo clavos en todas partes. Y además te sale casi gratis porque lo cubrimos con una subvención”. Quizás te suene… Pues esto es un error de primero de innovación.

La primera causa de fracaso de las innovaciones es que no resuelven un problema real de los clientes. Aquí es donde incorporar Design Thinking en el trabajo habitual de los centros tecnológicos es fundamental. Igual que muchas empresas lo están haciendo. Se trata de entender las necesidades reales de los clientes, y a partir de ahí, diseñar servicios de asesoramiento o laboratorio. Es un enfoque market pull, no de capacidades. Eso viene después.

En primer lugar, necesitamos identificar quién es el cliente o usuario natural de un centro tecnológico.

¿Es el director de la empresa? ¿Es el director de I+D? ¿Es el jefe de producción? ¿Es el técnico de laboratorio de la empresa?…

En un proyecto que hicimos con un centro tecnológico del sector turístico, llegamos a identificar hasta 5 (5!!!) perfiles diferentes con los que interactuaban habitualmente. Y cada perfil tiene que resolver unos jobs to be done, se enfrenta a unas frustraciones (spoiler: tiempo, dinero, recursos) y tiene unas aspiraciones. Algunas evidentes y otras ocultas.

Para identificarlas, l@s técnic@s de los centros tecnológicos pueden utilizar herramientas como el mapa de empatía, el buyer persona, el customer journey, el mural del cliente o el How migh we… Son técnicas que permiten profundizar en los problemas reales de los potenciales cliente.

Y a partir de ahí, ahora sí, pensar en nuestras capacidades como centro y diseñar servicios específicos de alto valor para problemáticas concretas. Como ves, Design Thinking no es algo exclusivo de consultoras de diseño o empresas de software. Es un marco de trabajo, que cualquier profesional de un centro tecnológico necesita conocer para realizar su trabajo como catalizador de la innovación.

 

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